Es absolutamente necesario suicidarse cada cierto tiempo. Huir de uno
mismo, perderse, levitar, ayunar, sentir el cuerpo vacío, agotado,
dolorido.
Mudar la piel, beber, vomitar, tocar fondo, follar con desesperación y luego no recordar nada.
Estar ausente de todo.
Para después, aferrarse de nuevo a la vida y vestir colores pastel.
Hay que hacerlo para recordar lo maravilloso de caminar firme bajo cualquier cielo.
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